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La lluvia,
Zeus y yo


Zeus no ha digerido muy bien tu ausencia. Se pasa toda la noche junto a la banca en la cochera y las sillas viejas de papá. Imagínate, ese espacio siempre lo ha odiado. Ya no duerme en la puerta de mi habitación o bajo mi colchón. Esta mañana se asomó al cuarto pero ahí mismo se arrepintió, seguro porque comprobó que no había sido un mal sueño, que de verdad no estabas. Que ya no saldrás a jugar con él antes de irte o acariciarlo cuando llegues. Quizás pensó que no tenía demasiado sentido entrar porque no existe placer al destender una cama donde yace un tipo solo, un lugar donde tu cuerpo no está abrazado al mío. Tal vez para él, el amanecer no sea otra cosa que espiar tus sueños. Tampoco ha querido comer, no hemos querido comer. En mi caso es probable que sea el box, tirar jabs a un viejo costal para sacar la tristeza hacen que mi estómago se haga pequeño, al parecer también mi corazón y nuestro humor.




Creo que Zeus está triste porque no entiende que dos personas se puedan separar de un día para otro, pero a veces pasa…Los perros no tienen porqué entender cosas de esta naturaleza. Ellos viven el día a día, echando flojera y ladrando todo el tiempo, mordiendo, como solíamos hacerlo nosotros al besarnos, saltando, como tú y yo nos brincábamos de la cama al sofá y viceversa, alegres por toda la ciudad, salpicándonos de amor y delirio porque el mañana no importaba si se tenían fuerzas para abrazarnos sin soltar...ya se le pasará, espero.

Tampoco ha sido fácil para mí, pero mírame aquí tecleando estas líneas, escribiendo algo bonito que no esfuerce tanto tus ojitos, para que comprendas…Ah, lo olvidaba ¡Encontré algo tuyo! Una prenda pequeñita que solo yo podía verte puesta. Has dejado muchísimo más, pero sé cómo eres de obstinada con tus cosas y vas a quererla de vuelta. Avísame si la quieres y te la llevo de inmediato, así…puedo pasar rápido y dejarla con tu hermana o esperarte en la placita si prefieres. No quiero marcarte no quiero toparme de casualidad con la voz esa diciendo "número ocupado", sabiendo que me has bloqueado.

No he hablado con nadie más, tampoco he dicho cosas sobre ti, aunque lo dudes, pero no sé que podría decir: -"Se fue, me dejó"-. Eso no sería problema, lo difícil vendría cuando preguntasen el por qué: -"No sé, porque nos amamos demasiado, dos personas no deben quererse tanto, una relación debe nutrirse con monotonía no con pasión"-. Cosas así. Incoherencias para que me crean.

He tratado de llevar esto lo mejor que puedo, cuestionándome cada minuto sobre lo que pasó: ahora mismo imagino que sigo aquí escribiendo y llegas tú de puntillas, silenciosa, me tapas los ojos con tus manitas para asustarme. Dejaría la laptop y te tomaría por las muñecas para abrir tus palmas y lamer con suavidad y devoción esas líneas de destino, tus dedos de pianista. Quiero creer que esto debe ser una trampa, un ajuste de cuentas por lo mucho que hemos despreciado el futuro juntos, me he puesto a pensar en lo mucho que he perdido contigo en tan solo dos meses y es horrible. Ahora imagina todo lo que nos perderíamos en todo un año. Incluso peor, en toda una vida sin el otro.

Ahora mismo Zeus ladra y está diciéndome con su mirada: "Dile, es el momento, dile lo que querías decirle, lo que siempre ha querido escuchar."

Pero se me agotan las palabras. Las palabras no sirven para nada si sigues estando lejos. Si vieras los ojitos de Zeus, si escrutarás más allá de lo que nosotros vemos, sabrías cómo se siente. Y sé que lo sabes.

Por eso, he decidido esperar. En donde solo tú y yo podemos saber, aquel lugar tan nuestro. Ahí estaré esperándote.

Sino quieres ir ahora, igual me quedaré. Como guardia que vigila un valioso tesoro. 

Estaré noche y día. Zeus está conmigo. Si debemos esperar, lo haremos. No regresaremos a casa sin ti. Aquello no será casita hasta que volvamos los tres.

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