Ojalá te hubieras muerto. Así debería haber sido
tu partida, cuando alguien muere es para siempre, se va y con ello la
esperanza, los sueños, los planes, todo se va al carajo. En cambio, te fuiste de mi
vida de la manera más maldita y cruel que pudiste haber encontrado: dejando de
ser la chica que conocía. Preferiste la aventura y el sexo ocasional con aquel
horrible personaje, a despertar juntos cada mañana con el desayuno en la cama.
Hacer lo que hiciste fue horrible, porque uno no puede divorciarse de la noche
a la mañana de su mujer, pero tú lo lograste conmigo. Si lo consideras bien,
morirte habría sido una forma elegante y sutil para ambos. Habríamos evitado
las cosas que nos dijimos, los reproches, las malas palabras, las escenas y los
dramas. Te habría guardado luto indefinidamente y ninguno de mis amigos estaría
apurándome diciendo que debo “hacer algo para estar mejor”. Comprenderían que no puedo
dejar de pensarte y mucho menos te odiarían o te dirían “perra”. Qué distinto
hubiera sido todo, así no tendría que verte con tu cara de hipócrita
olvidadiza. Al morirte hubieras dejado de hablar, te llevarías esas palabras
que nunca me dijiste y yo te recordaría solemnemente, con amor y con respeto.
Como si jamás nunca hubieras cometido nada malo, pero en lugar de eso, sigues
aquí y no estás. No te bastó el dolor causado que ahora me robas mis lugares
favoritos, como si reciclaras la forma en que te amé. No puedo ir al parque a
jugar fútbol, comer pizza en el restaurante que tanto nos gustaba, ir por una cerveza a aquel bar ni escuchar
nuestras playlists en Spotify. He
perdido el placer por aquellas actividades que hacía contigo y ahora tú haces
con el chango al que llamas novio. Sé que si llegan a tener hijos, el karma
hará de lo suyo, serán tan raros que ni él o tú les encontrarán forma. Tu manera
de irte, de dejarme, fue bastante cobarde y cruel para ambos; es triste que
el idiota aquel a pesar de conocerte se quedó contigo. Si llegando a este punto
ya comprendiste lo conveniente que hubiera sido tu muerte, no vayas a hacer una
estupidez como matarte de forma ridícula con pastillas o algo así, para morirse
hay que hacerlo con inteligencia y a ti bien que te falta eso. Si aún te queda
un poco de vergüenza, dedícate a ser miserable y desaparece. No hagas como tus
recuerdos que vienen día con día. Muérete, al menos, en sentido figurado, para poder
encontrar una manera de seguir viviendo.
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