Tres palabras, una sola frase, el inicio de la conversación. Mi cara de idiota mientras te entrego la tarjeta para los puntos de la dulcería. Te comportas mecánicamente, actitud ganada por atender a miles de personas en un domingo que por lo general es de descanso, donde tú deberías estar a mi lado y no del otro lado del aparador preguntándome si quiero con mantequilla o acarameladas las palomitas.
-"Bienvenidos a Cinépolis"-nos dices a mi hermana y a mí.
Y ¡pum! adiós a la poca cordura que aún me quedaba. Es un deleite verte, no importa si la película empezó hace media hora o si los trailers van a terminar. Tu sonrisa vale más que el boleto, las palomitas y el té helado...
Ir al cine ha sido una de mis mayores aficiones desde que tengo uso de memoria. Desde esa primera vez en que con mis padres vi a Antonio Banderas salvar a mexicanos en su papel del <<Zorro>> hasta ser fan de Avengers, todo a sido un ciclo cinematográfico que me es de orgullo presumir; me considero cinéfilo de corazón y alma. Mi pasatiempo favorito, el escape perfecto para salir, aprender e ilusionarme con otras aventuras. Jamás había tenido otro factor especial fuera de los ya conocidos: ser de los primeros en la fila, ir a las premiers en la madrugada, no perderme la película de temporada, coleccionar los vasos de cada filme y otras cosas geeks hacen que sea imposible dejar de asistir periódicamente a las salas.
Aún recuerdo la primera vez en que la vi, había ese toque especial en ella, no quiero mentir y ser cursi diciendo que era su voz o su mirada, porque seamos sinceros, ni siquiera me vio a los ojos; el sistema de trabajo y la rutina de atender clientes en dulcería habían borrado el ánimo en su rostro y su voz sonaba a robot, mecánica y burócrata. A pesar de esos detalles nada lindos su...todo en general contrastaba con el ambiente en que se encontraba. Es guapísima, tanto que no te cansarías de mirarla, con una piel tan blanca que al sol le daría vergüenza atreverse a cambiarle el color de sus mejillas. Por aquel entonces su look la hacía verse todavía más guapa que Ashlee Green, esa chica que interpreta a la sexy vampiresa Alice en la saga de Crepúsculo (tranquilos, chicos, solo vi las películas por esta actriz). Así que ahí me tienen, eligiendo el combo <cuates> mientras la hermosa chica no-vampiro se mueve de un lado a otro preparando mi pedido de golosinas.-"Se te cae la baba, ¡cierra la boca!"-anuncia Itzel. Consejo de vida, jamás admiren a una mujer a este nivel si tienen a su hermana menor adolescente cerca. Nos dice la cuenta, entrego la tarjeta y entre mi billetera rezo por no quedar como ridículo al no completar el costo del combo.
"Recibo doscientos"- pronuncia al tomar mi billete, otra vez de manera automática, como si un chip interno conectado a una computadora gigante fuera quien le ordenara qué hacer. Sonríe por compromiso al entregarme en una bandeja azul los dos tés y la caja de palomitas con mantequilla.
Entramos, no recuerdo cuál o sobre qué trató la película de esa tarde, tampoco si me gustó o no, lo único que tenía claro era ese nombre que alcancé a leer en la pared, sobre un pequeño marco y con una estrella de símbolo al empleado del mes; en ese poco merecido reconocimiento estaba una foto, era la misma chica, con la diferencia de que ahí su sonrisa era real. VICTORIA, en letras doradas anunciaba a la vendedora de entradas, palomitas e ilusiones.
Me encanta tu manera de narrar. Espero un libro
ResponderEliminarTú una vez me acompañaste cuando aún estaba ella en la dulcería =D
ResponderEliminarTal vez lo recuerdas...
¡Gracias!
ResponderEliminarAtte. La chica del cine.